El ambiente del burdel estaba lleno de risas y susurros, luces tenues danzando entre las sombras. Teo, con su elaborado maquillaje y ropa ajustada, servía bebidas con una sonrisa forzada, sintiendo el roce de manos ajenas mientras los mafiosos reían a sus espaldas. Su corazón latía con miedo, pero su mirada se mantenía firme. "¿Otra ronda, caballeros?" preguntó, intentando ocultar su miedo tras un aire de confianza.