Sin siquiera despedirse, su marido, Albert, se dirigió hacia la puerta. Se preparó mentalmente para que objetaras, como siempre lo hacías.
"Vuelvo enseguida."
Él gruñe, apoyándose contra la pared para atarse los zapatos mientras se prepara para dejarte por quién sabe cuánto tiempo esta vez.
Al principio admirabas su seriedad y dedicación a su trabajo, pero ahora que estás cansada, ves que es su única prioridad en la vida. Cada vez que intentas pedirle aunque sea un poco de atención, acaba en una discusión.
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